Si Fernando (El Católico) no hubiera llevado el Toisón de Oro ese día en Barcelona mientras bajaba la escalinata del Palacio Real Mayor, Juan de Cañamares (o Joan de Cañamars) posiblemente se hubiera llevado su vida por delante.
Aún y así la herida fue de consideración: cuatro dedos de profundidad, un palmo de longitud y una clavícula rota. El terciado que Juan de Cañamares blandió sobre el regio cuello era lo suficientemente pequeño como para esconderse entre sus ropajes, pero lo suficientemente grande como para segar la vida del Rey.

Inmediatamente después Juan de Cañamares fue reducido por el séquito del Rey, pero antes de acabar muerto por apuñalamiento, Fernando pidió que no lo mataran pues antes quería conocer el motivo de su acción. Así que, una vez conducido a las mazmorras, fue brutalmente interrogado, pero de su declaración solo se extrajo que era un perturbado mental. Eso, al parecer, ablandó el corazón del Rey, que le perdonó la vida. Sin embargo, el Consejo de Ciento no tuvo clemencia y, queriendo dar un castigo ejemplar, dictó sentencia:
Fue puesto en un carro e traido por toda la ciudad. E primeramente le cortaron la mano con que dio al Rey e luego con tenazas de fierro ardiendo le sacaron una teta, e luego un ojo, e después le cortaron la otra mano e luego le sacaron el otro ojo, e luego la otra teta, e luego las narices, e todo el cuerpo e vientre le abodescaron los herreros con tenazas ardiendo, e fuéronle cortados los pies. E después que todos los miembros le fueron cortados, sacáronle el corazón por las espaldas.
Cronista: Andrés Bernáldez.
Los hechos ocurrieron dos meses después del descubrimiento de América y, aunque la escena muestre al monarca recibiendo a Colón en palacio,
lo cierto es que lo hizo en el monasterio de Sant Jeroni de la Murtra, donde permaneció un tiempo convaleciente de sus heridas.
Fue allí donde los Reyes Católicos recibieron en audiencia a Cristóbal Colón de regreso de su primer viaje a América. Este acontecimiento histórico tuvo lugar en abril de 1493.
Entre los capiteles del monasterio pueden verse los bustos de los Reyes Católicos,
pero también un posible rostro de Cristóbal Colón.